Pues sí, el ábaco, ese instrumento de cálculo formado por un cuadro de madera, 10 varillas y bolitas de colores, cuyo origen se remonta a la antigüedad y es considerado precursor de la calculadora moderna, puede ser utilizado para desarrollar creatividad, imaginación, concentración, memoria visual y sensorial en nuestros niños.
El ábaco, que ha sido usado desde la antigüedad para realizar cuentas y cálculos simples, ofrece a nuestros niños, una forma útil y diferente de entender las matemáticas y sus operaciones. Sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, son procesos matemáticos presentes en nuestro diario vivir, por lo que el aprendizaje de la numeración decimal y sus procesos, es fundamental en la educación infantil.
El ábaco, al ser un instrumento manipulable y llamativo, permite al niño entender de manera práctica y visual, el sistema posicional de numeración, lo mismo que el sentido de las operaciones sencillas básicas. La comprensión de estos procesos matemáticos, potencia el desarrollo del pensamiento lateral en nuestros niños, una habilidad mental adquirida, que busca la solución de problemas por medio de la creatividad. La práctica de estos procesos, fomenta la autoconfianza, en su capacidad, en su inteligencia y en su habilidad para resolver problemas, en otras palabras, con el uso del ábaco, el niño aprende a pasar del problema a la solución y no solo eso, también aprende que existen diferentes formas de encontrar solución a los problemas. Es decir, una forma de enseñar a nuestros niños a pensar, a hacer razonamientos similares a los de la vida diaria.
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