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Uno de los problemas más comunes en niños que tienen Problemas de Aprendizaje es baja autoestima, en especial cuando pasan Tercer grado, y ya están lo suficientemente grandes como para darse cuenta que sus habilidades son distintas a las de sus compañeros. Es aquí donde usualmente inician los problemas de motivación. A este nivel ya no aprenden a leer, sino leen para aprender. Los maestros son más estrictos y menos afectivos. La cantidad de tareas aumenta y la exigencia académica es mayor. Es aquí donde más necesitan creer en sí mismos y cuando no es así los problemas de conducta se disparan.

En Learning Models hemos visto varios casos en esta situación,  les brindamos tres sugerencias que han funcionado en la mayoría de los casos.

1. Tenga una plática sincera con su hijo o hija

Pregúntele qué es lo que está pasando en vez de asumir qué pasa en su situación. No juzgue, sólo escuche. Muchas veces este acercamiento permite que el niño descargue todo lo que piensa y siente y es una buena catarsis emocional, pues se puede desahogar y después de esto podrá pensar mejor cuando inicien el proceso de pensar en posibles soluciones. Valide los sentimientos de frustración, enojo, angustia, y tristeza que el niño pueda tener.

2. Para poder motivar a cualquier persona, se le debe conocer lo suficiente para saber qué le gusta y le llama la atención.

Esto aplica también para los niños. Por lo general tienen un dulce favorito, una caricatura, un juego de vídeos, una actividad que les apasiona, o por lo menos que les llama la atención. Use esto como un reforzador positivo. Dicho de otra forma en vez de castigar y quitárselo, déselo como premio cada vez que haga algo bien, por lapsos de tiempo determinados. Si usted no restringe el tiempo y se vuelve algo ilimitado, este motivador deja de funcionar. Para que este motivador funcione usted debe también cambiar su mentalidad. Por lo general los latinos creemos que si un niño no hace algo bien se le debe castigar. Ha sido científicamente comprobado que es más funcional y beneficioso para un niño que se le enfoque en lo que ha hecho bien para que pueda replicar la conducta. Use eso a su ventaja. El sentirse exitoso es un aliciente poderoso.

3. Bombardee de pequeñas recompensas por cada cosa que haga bien hecha.

El éxito no está en una gran recompensa sino en varias que se puedan dar de inmediato y de forma repetida. Por ejemplo, nosotros utilizamos tokens de distintas denominaciones, parecidas a monedas, con las cuales podemos premiar a nuestros pacientes y al final de la sesión o de varias sesiones, pueden cambiar estos por algún premio. En su caso usted podría ponerle una cantidad de puntos a la que debe llegar para ver un episodio de su programa favorito, el jugar una actividad en familia durante el fin de semana, el ganarse un postre favorito, etc. Ahora es importante que usted no recompense nada hecho a medias porque los niños no le creerán si saben que no hicieron algo bien, pero cuando encuentre que su hijo o hija hizo algo bien, por pequeño que sea, recompense inmediatamente. El hecho que usted lo reconozca hace un cambio. Y por mínima que sea su motivación, elógiela. Después de varias repeticiones seguidas de esto, usted podrá ver el cambio.

Por último, y esta es mi más grande recomendación: no deje que su problema sea más grande que su vínculo afectivo. Lastimosamente creemos más los aspectos negativos de nosotros mismos que los positivos, y muchas veces necesitamos más repeticiones de elogios que creen una imagen positiva de nosotros mismos que de frases negativas. El problema que el niño tenga no es su característica primordial, así que no haga que todo gire al rededor del problema. Busque alternativas para que no todo se enfoque en lo malo y negativo. El enfocar las cosas en positivo siempre le dará un mejor resultado.

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