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Al escuchar la palabra competencia la asimilamos con una carrera o algo que hay que ganar, sin embargo la competencia social se refiere a la capacidad de mantener buenas relaciones sociales con otras personas. Los niños deben ser capaces de comprender la situación social para poder determinar cual es el comportamiento más adecuado. La competencia social lleva consigo un factor verbal, conductual y cognitivo en el que el niño sabe comunicarse, qué palabras decir, cómo responder, puede interpretar expresiones faciales o movimientos corporales y modificar procesos emocionales que funcionen mejor de acuerdo a los diferentes tipos de situaciones sociales.

Una de las habilidades sociales más importantes es la empatía, esta la podemos definir como una reacción emocional coherente con la situación emocional en la que se encuentra otra persona, la que está sintiendo o podría experimentar; en otras palabras es la “capacidad de colocarse en los zapatos de otros”.  Autores siguieren que los niños con mayor empatía son menos agresivos ya que pueden comprender las consecuencias negativas que estas acciones pueden causar en ellos mismo y en los demás.

Recomendaciones para fortalecer la competencia social y la empatía

  • Dar el ejemplo: expresarse abiertamente y escuchar.

Como adultos debemos enseñar estas habilidades a los niños por medio del ejemplo, por lo que es primordial que en casa exista un ambiente de respeto, interés y validación de los sentimientos y pensamientos de todos los integrantes de la familia por igual, empezando por los adultos. Como adultos, muchas veces se nos dificulta esta tarea, ya que creemos saber qué es lo que sienten nuestros niños por lo tanto lo damos por sentado y no nos tomamos el tiempo de realmente escucharlos. Al escuchar a los niños debemos hacerlo sin juicios y sin interrumpirlos, tratar de realmente ponernos en sus zapatos y permitirles que expresen sus emociones abiertamente. Al hacer de esto una práctica diaria, los niños aprenderán a tratar de comprender las emociones de los demás tanto en casa como afuera.

  • Reconocer y nombrar las emociones:

Como adultos, en ocasiones nos es difícil reconocer lo que estamos sintiendo, para un niño esta situación se grava más debido a que no siempre se tiene una etiqueta verbal para cada emoción. Ponemos ayudar a nuestros hijos a reconocer y a nombrar las emociones en situaciones cotidianas, por medio de cuentos, títeres y juegos en los que se identifique la emoción y se le ponga nombre.

  • Enseñarles a ponerse en los zapatos de los demás:

Esto lo podemos hacer fácilmente con películas o cuentos, propiciando la reflexión al hacer la pregunta ¿Cómo te hubieras sentido tu si estuvieras en el lugar de… o en tal situación?

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